Antes de ser un negocio, el fútbol fue una pasión.
Los jugadores no medían sus acciones, ni adentro, ni afuera de la cancha. Se jugaba, se vivía y se declaraba sin cassette.
Algo similar pasó con el vino. Que el paso por barrica. Que la copa correcta. Que el tipo de suelo. Que el tipo de riego.
Como nos gusta el fútbol sin cassette, nos gustan los vinos sin cassette. Simples. Ricos. Para beber con amigos. Porque de eso se trata el vino.
Y el fútbol.
Y la vida.
Salú.
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